Síndrome de impostor

Hoy te quiero contar acerca de un efecto o síndrome opuesto al del impostor: “Effecto Dunning-Krueger”. Si nunca lo habías escuchado, es cuando piensas que eres el gran maestro de algo pero no sabes casi nada.

Esto se manifiesta en esas personas que la cagan en el trabajo todo el tiempo y cuando las corren, no pueden entender por qué.

“Es que yo estaba haciendo todo bien, no entiendo” te pueden llegar a decir. Cuando en realidad esa persona, nunca estaba presente en los momentos importantes y no hacía nada. Esto es el Dunninng-Krueger.

En cambio, el síndrome de impostor te va a decir que eres un fraude cuando muy probablemente no lo seas.

Es importante darte cuenta que si piensas que eres un fraude o piensas que hay algo malo con las cosas que estás haciendo, es porque eres lo suficientemente buena como para darte cuenta de tus deficiencias.

Y eso te pone en una categoría por arriba de alguien que es tan malo que ni si quiera sabe que es malo. Porque no sabe que no sabe.

Pero tú, “sabes que no sabes” y ¿qué crees? Si “sabes que no sabes”, puedes mejorar.

A continuación, te comparto una lista de “antídotos” que he adaptado a mis creencias para poder superar poco a poco al síndrome de impostor.

Antídoto 1: Da lo mejor de ti en todo lo que hagas, pero no te sientas mal cuando te equivoques

La manera más infalible de combatir el síndrome de impostor es dar lo mejor de ti en todo lo que hagas.

Si tienes miedo de las entrevistas algorítimicas, sientate y resuelve la cantidad necesaria de problemas hasta que tengas un poco más de seguridad en estas entrevistas.

Si no crees que puedas aplicar a un trabajo en inglés, ve a reuniones donde tengas que hablar este lenguaje, toma clases, escucha podcasts, lee libros pero formula un plan de acción.

Si tienes miedo de hablar en público. Empieza con la persona más cercana a ti, cuentale de tu hobby favorito, exponle una idea nueva, intenta explicarlo. Luego a 2 personas, luego a 5, luego ve a un meetup y haz lo mismo.

Empieza con la dosis más pequeña manejable y ve dominando tus miedos paso a paso desde ahí.

Como ves, esto no es nada fuera del otro mundo, la creencia principal que tienes que adoptar es que tus pensamientos no son tu realidad y que nada de lo que crees que no puedes hacer es tu destino.

Tu tienes la capacidad de adaptarte, aprender y dominar cualquier disciplina que te propongas siempre y cuando te esfuerces y pongas el tiempo necesario.

Antídoto 2: Reconóce tus errores y aprende de ellos

En el desarrollo ágil tenemos un proceso que se llama “post mortem” cuando un proyecto falla, utilizamos el post mortem para analizar qué falló, cómo falló, por qué falló y qué podemos hacer para que no vuelva a ocurrir.

Puedes utilizar esta misma técnica cada vez que te des cuenta de un error tuyo y analizarlo de la mayor cantidad de ángulos posibles para que puedas entender todo el problema y si alguna vez se vuelve a presentar, sepas manejarlo mejor o de plano evitar que vuelva a ocurrir.

Esto no solo te va a servir para aprender del problema, sino también para superarlo en caso de que haya sido una experiencia traumática.

A veces, el aprendizaje séra que el error simplemente fue por mala suerte.

Eso también está bien, recuerda que muchas veces el resultado final no está relacionado al esfuerzo aplicado.

Antídoto 3: Cuando te equivoques, acéptalo lo más rápido posible

Tu fracaso no es evidencia de tu ignorancia. Tu éxito no es evidencia de que te las sabes todas.

No sabes cuanto tiempo he perdido, dándole vueltas a las cosas:

¿Por qué no fuí directo con x si sabía que esto iba a pasar?

¿Por qué no levanté la voz cuando me di cuenta que la fecha límite era muy pronto y necesitabamos más tiempo?

¿Por qué hice esto en la entrevista si había otra forma de hacerlo mejor?

Y n cantidad de preguntas retoricas que salían una vez que veía el resultado de algo.

Obviamente que todo es más claro en el futuro, cuando ya pasó lo que tenía que pasar.

Obviamente soy el hombre más estúpido del mundo por no haberlo visto antes.

Obviamente me deben de correr por haber hecho x,y,z.

¿Y sabes qué? La mayoría de las veces, entre más grocero y denigrante te hable la voz interior, menos grave es el problema.

Nada más es esa vocecita que quiere sabotearte. O mejor dicho, autosabotearte.

Así que, ¿por qué no empiezas a ignorar esa voz?

Deja de vivir en primera persona esos pensamientos y empieza a verlos en tercera persona.

Dandote cuenta que son solo ideas estúpidas de tu subconsciente inseguro. Esto te va a permitir seguir adelante y sacar las lecciones importantes de estos errores.

Antídoto 4: Prepárate para todo

Cuando me preparo para todo, me siento más seguro y más capaz.

Así que empieza a prepararte para todo lo que puedas, para todos los escenarios posibles, para todas las preguntas que te puedan hacer, para todas las cosas que puedan salir mal.

Cuando te sientas más preparada, vas a sentirte más segura de ti misma y vas a poder lidiar mejor con todo lo que pueda salir mal.

Antídoto 5: Encuentra un mentor o un coach

Encontrar a una persona que te pueda guiar durante el proceso de aprendizaje es vital para que puedas evitar el síndrome de impostor.

Cuando tienes a alguien que te pueda guiar, te dé consejos, te ayude a superar los obstáculos, te motive y te de el empujón que necesitas para seguir adelante, te vas a sentir mucho más segura y vas a evitar el síndrome de impostora.

Así que busca a alguien que te pueda guiar y que te pueda ayudar a superar todos los obstáculos que te vas a encontrar en el camino.

Antídoto 6: Toma acción

La mejor manera de evitar el síndrome de impostor es tomando acción. Cuando te pones en marcha y empiezas a hacer las cosas, te das cuenta de que todo lo que creías que no podías hacer, en realidad si puedes hacerlo.

Así que no pierdas más tiempo pensando en todo lo que puede salir mal, en todo lo que no puedes hacer, en todos los obstáculos que te vas a encontrar en el camino. Toma acción y empieza a hacer las cosas.

Antídoto 7: La única competencia es contigo y no con alguien más

Hay una línea muy delgada entre inspirarte con los logros de personas a las que admires y mirar la vida de otras personas y compararte.

Alguien que te inspire va a ser vital para que puedas evitar el síndrome de impostor. Cuando tienes a alguien que te inspire, te vas a sentir motivado, vas a querer seguir sus pasos, vas a querer ser como ellos y vas a poder evitar el síndrome de impostor.

En cambio si te estás comparando vas a tener ideas como:

“Es que este wey es mas senior que yo y le sabe más a esto”

“Es que este otro wey tiene mucho éxito con las ventas, nunca podré llegar a ser así”

Entiende que hay muchas personas en el mundo que son mejores que tú, pero también hay muchas personas que son peores que tú.

No pierdas el tiempo comparándote porque siempre vas a salir perdiendo.

Recuerda también que te estás comparando con alguien en sólo un eje de su vida pero no conoces la tragicomedia que pueda ser su vida en otros ejes como el familiar o espiritual.

Cuando te compares con quien eras ayer, te vas a dar cuenta de que has mejorado y vas a sentirte orgullosa de ti misma.

También esto te va a permitir entender los cambios que has tenido en todos los ejes de tu vida porque te estás comparando con la única persona en el mundo con quien tienes que hacerlo, tu.

Antídoto 8: Busca rodearte de personas que te levanten

Una de las mejores acciones que puedes tomar cuando estés combatiendo el síndrome de impostor, es rodearte de gente que te levante.

Encuentra amigos, familia o colegas que te hagan sentir capaz, estas personas van a ser clave cuando te sientas insegura.

En conclusión, el síndrome de impostor se puede superar con una gran dosis de paciencia y autocuidado.

No te dejes llevar por los pensamientos negativos de tu mente y sigue avanzando a pesar de ellos. Ten en cuenta que la mayoría de las veces, estos pensamientos no son más que una forma de sabotaje de tu mente.

No te comparés con nadie y sigue disfrutando el proceso de aprendizaje. Aprende de tus errores y sigue adelante.

Ten en cuenta que el éxito no es un destino, es un proceso.

Gracias a Eduardo Betancourt y Mariana Barreto por las revisiones.

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